CONTEXTO HISTÓRICO DEL ROMANTICISMO:

Se conoce con el término de Romanticismo el movimiento cultural que se opone a los principios característicos de la Ilustración y que es resultado de la profunda crisis social e ideológica en las primeras décadas del siglo XIX. Frente a las normas se postulará la rebelión del individuo y la exaltación del Yo. Para concretar el período romántico suele aludirse a un manido tópico que afirma que entre 1770 y 1800 "Europa se acostó absolutista y neoclásica y se levantó demócrata y romántica”. Los principales acontecimientos que precipitaron este cambio fueron los siguientes:

  • La Revolución Industrial inglesa (1760-1840), que desarrolla una clase burguesa y sienta las bases del liberalismo. Con el impulso del maquinismo, surgen las grandes industrias y crece el proletariado. La consolidación del capitalismo explica las tensiones sociales de estos tiempos. Por otro lado, el liberalismo defenderá la libertad económica, las libertades individuales y la soberanía popular, surgiendo también las reivindicaciones de las clases obreras (Manifiesto comunista de Marx y Engels). 

  • La Revolución Francesa (1789), que proclama los principios de libertad, igualdad y fraternidad; y permite el acceso de la burguesía al poder político en Francia. 

  • La Revolución Americana con su Declaración de Independencia (1776), que hace de los derechos del hombre su centro y establece la república como forma de gobierno y al pueblo como fuente exclusiva del poder. Así, paralelamente a estos acontecimientos, destaca el auge de los nacionalismos europeos: Grecia, Alemania, Italia.

EL ROMANTICISMO EUROPEO: ALEMÁN

Es en Alemania también donde se produce un fenómeno literario precursor del Romanticismo y que se conoció con el nombre de Sturm und Drang (Tempestad y Pasión) que propugnaba la creación literaria al margen de las reglas clásicas y revalorizaba la expresión artística de los sentimientos y de las vivencias. El Romanticismo alemán propiamente dicho se desarrolló en un tránsito entre dos generaciones muy seguidas: se empezó por una pretensión teórica, afín a la filosofía idealista, para llegar luego a unos resultados literarios más bien modestos. Así, primero están los llamados románticos tempranos: los doctrinarios hermanos Schlegel, Tieck o Novalis. Este grupo tiene su momento característico con la revista Athenäum, bajo la protección de Goethe. Pero alrededor de 1810 surge una nueva promoción, un romanticismo más joven o tardío, constituido por los hermanos Grimm y Hoffmann, entre otros. En el tránsito entre estas dos generaciones se hará más visible el crecimiento de la fuga hacia el pasado, hacia una irreal Edad Media, que, en términos germánicos, se veía también como el humus donde prendían las raíces del espíritu alemán.

EL ROMANTICISMO INGLÉS 

La época romántica en Inglaterra puede centrarse en el período entre 1798, primera edición de las Baladas líricas de Wordsworth y Coleridge, y 1892, muerte de Walter Scott, quien alcanzó el éxito con el género de la novela histórica. Wordsworth en el Prefacio a sus Baladas líricas, escrito para justificar sobre fundamentos universales un "experimento" en el lenguaje poético, se aproxima a la redacción de un manifiesto romántico y a sus seguidores se les conocerá como el grupo de los lagos. Para Wordsworth, toda buena poesía se caracterizaba por un espontáneo desborde del sentimiento. Como tema básico de la poesía estaba la naturaleza, gran forma de revelación de lo divino y un gran medio para el análisis de la propia interioridad. En el Romanticismo inglés también podemos distinguir una segunda "promoción", la de los satánicos, entre los que destacan autores como Shelley o Byron. Este último encarnó la estampa del poeta en rebeldía ante la sociedad y ante la misma divinidad; cultivador del escándalo, su poema más recordado es “Don Juan”, donde caricaturiza al Romanticismo tanto en estilo como en temática: don Juan es aquí un muchachito más bien seducido y pasivo en aventurillas picantes y cuasi cómicas.

EL ROMANTICISMO EN ESPAÑA

Las peculiares circunstancias históricas y políticas que atraviesa España durante el primer tercio del siglo XIX son las que quizás puedan explicar el tardío y extraño desarrollo que el movimiento romántico tiene en la literatura española. Tras la guerra de la Independencia (1808 -1814), Fernando VII llegó al trono e inició una persecución contra los liberales, partidarios de limitar el poder real mediante una Constitución que asegurara ciertos derechos a los ciudadanos. Muchos liberales se vieron obligados a exiliarse a Inglaterra y a otros países europeos, donde vivieron en contacto con el movimiento romántico. Si bien con el trienio liberal (1820 -1823) retornó la libertad de expresión con publicaciones como El Europeo, la llamada década ominosa (1824 -1833) supuso un recrudecimiento del absolutismo borbónico que frenó el desarrollo del Romanticismo. Tras la muerte del rey, en 1833, se promulgó en España una amnistía que permitió el regreso de los exiliados, y fue entonces cuando el Romanticismo se impuso en España. Así pues, el desarrollo del Romanticismo se produjo en España entre 1833 y 1850. Aunque ya en algunos autores ilustrados del XVIII, como Cadalso, Meléndez Valdés o Cienfuegos, se atisban rasgos que anuncian un cierto cambio de sensibilidad y una mayor atención a los aspectos sentimentales, las ideas románticas se introdujeron lentamente en España . En 1834, se publica El moro expósito del duque de Rivas y, en el prólogo, Alcalá Galiano lanza el manifiesto romántico más interesante. En él, se vislumbra ya que en el Romanticismo español hay dos tendencias. Dice Menéndez Pelayo al respecto: "en su dominio breve y turbulento se dividió aquella escuela (si tal puede llamarse) en dos bandos completamente distintos: el romanticismo histórico nacional, del que fue cabeza el duque de Rivas, y el Romanticismo subjetivo o byroniano que muchos llaman filosófico, cuyo corifeo fue Espronceda”. Tuvo también su importancia la llamada polémica del alemán Böhl de Faber con Mora sobre las preferencias de los dramaturgos románticos. Una vez pasada esta etapa, podemos afirmar que en torno a 1845 ha pasado ya la revolución romántica: Larra ha muerto en 1837, Espronceda en 1842, y los supervivientes evolucionan hacia el Realismo, pues el Romanticismo se hunde en un esteticismo marginal y deja de ser una actitud, un estilo de vida.


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